viernes, 10 de septiembre de 2010

Aniversario

somos lo que no decimos
la palabra muerta, la frase no dicha
el diálogo ausente


Hace un año abrí mi cuenta en Twitter. Y no deja de resultar paradójico que necesite del blog para anunciarlo. Lo que pasa es que, ya saben, allá en Tuit todo es muy breve y en ocasiones especiales uno necesita tirar la casa por la ventana, aunque sea hablando o escribiendo, como es el caso.

Alguien, no recuerdo quien, dijo que Twitter era la dictadura de la brevedad. Es cierto, aunque también puede ser la república de la estupidez o la bitácora pormenorizada de un alma postmoderna con BlackBerry en mano; o el bendito pizarrón en blanco en el que de vez en vez se escriben los sinsentidos más geniales o la palestra cibernética donde todos somos diputados, intelectuales, expertos, incendiarios...

También, han sido varios los que han dicho que un Tuit es un mensaje dentro de la botella que se arroja al mar, pero se les olvida decir que la botella se multiplica al tiempo que es arrastrada por la marea, y también se les olvida decir que esa botella puede no ser arrojada al mar, sino al aire, y caer en el rostro de cualquiera y descalabrarlo y quizá, uno nunca sabe, hacerlo más feliz.

En realidad es difícil reflexionar sobre el Twitter, tan complejo como querer describir el mar estando en la ola, y en realidad tan poco es muy necesario, al menos no para mí, cuyas necesidades se hallan en llenar de letras todo lo que sea susceptible de hacerlo, y en ese sentido, el Tuiter es un rollo de papel higiénico inacabable en el que puedo dejar testimonio de lo que pienso mientras existo.

Antes escribí que somos lo que no decimos, en ese sentido, somos lo que no tuiteamos, el espacio en blanco que hay entre cada uno de los 140 carácteres, somos el Tuit que siempre quisimos mandar y dejamos pendiente, el comentario que tuvimos ganas de responder  y extraviamos en el vértigo del siguiente mensaje.

Lo que más me gusta al final de la noche es que las computadoras no Tuiteen solas; que detrás de ellas existan dedos sobre el teclado y miradas puestas sobre las palabras de otros, y que esos otros sientan que todo tiene más sentido si replicamos la utopía o la desgracia, o si recibimos la banal respuesta a la banal pregunta, el aliento de otros desalentados, la calidez de una sonrisa simbolizada asi: :)