domingo, 18 de octubre de 2009

De cómo Brad Pitt baila con Ganesha

Resulta que no había descubierto la televisión ni los buenos portales para descargar pelis en internet. Soy algo anacrónico, ideatico y obseso en algunas cuestiones, me gusta tener espacios, aunque sean rincones pequeños y cuasi desamparados, desgidnados para biblioteca, otro para filmoteca y otro para discos y cds. La sola idea de almacenarlo todo en una compu me estresa y quita las ganas de disfrutar del contenido.

Pero en días recientes, y como añadido a la metamorfosis de dinámica laboral que sufrí recientemente (y de la que he dejado constancia a cada post de este blo) tuve los minutos suficientes para explorar ese marivilloso mundo llamado tv mundial por internet.



De inmediato me impresionó que en el Congo existiera un conductor como Marco Antonio Regil, nomás que en negro y con toga en lugar de esmoquin. No enetndí muy bien de que iba el programa pero era como un consurso en el que inervenían colmillos de elefante, la ONU y unos tipos que parecían animosos y amigables. En China existe un noticiero para conductores de bicicleta, se veía bastante bueno, parecía que daba alternativas de tránsito, recomendaciones para reparar el cacharro y ofertas que iban desde líquidos para encerar la bici, hasta localizadores tipo gsm.

Pero mi favorito fue sin duda el cine hindú. Descubrirlo es como caer de cabeza en Jolibud o iniciarse como espectador en un arte que creías erradicado. El exorcista, Sex and the city, E.T., Tarantino, todo, absolutamente todo tiene un doble, una imitación o una parodía elaborada por la industria del cine indio.

Una auténtica joya al menos para quienes apreciamos las producciones B, tan encantadoramente mal echas, tan kitch y bizarras que algún crítico francés podría comparar con el surrealismo más desnudo y vivaracho.

Me voy, acabo de bajar algo que se parece a Nosotros los pobres, ya veremos. Así de barbas.