sábado, 18 de julio de 2009

Confesiones de un fanático de Bolaño a un partidario del desempleo

Una voz que surgió del vació interior
dijo que era estúpido. No hay señales para los muertos.
Otra voz replicó que me estaba volviendo santo. Así de sencillo
y de verdadero.
Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce
Roberto Bolaño y Antoni García Porta

Hace unas semanas que estoy oficialmente desempleado, extraoficialmente despreocupado y protocolariamente pobre. Yo en tu lugar mestaríacomiendo las uñas, me dicen unos, yo no podríadormir tranquilo, agregan otros. Afortunadamente, les digo, soy insomne y las uñas me las trago esté o no desempleado.

Por alguna extraña razón, que bien puede atribuirse al uso de drogas blandas, mis pensamientos se hallan más en las posibilidades para ocupar mi vida y mi tiempo en los años por venir, que en conseguir la chuleta y sacar para la renta.

Los ahorros disminuyen a la velocidad prevista y muy pronto habrá que inventarse algo para comer. Mientras, llegó el momento de confiar una vez más en la pluma y en las letras para llenar el vacío que deja todo proyecto cuando se acaba.

Les cuento entonces que las letras de Isteri iniciarán una nueva aventura, esta vez desde una trinchera más compleja y venenosa, pero también más atractiva y seductora. Me encuentro trabajando en la creación de un portal de noticias, un sitio a caballo entre el periódico de política online y la revista cultural. Es un reto me provoca cosquillas en la panza sobre todo por su fragilidad, porque habrá que tener un poquito de gracia y otra cosita para garantizar su existencia, para no mantener en la red un cadáver como los hay muchos.

Todo esto me ha tenido en una especie de aislamiento donde sólo han habido cotizaciones para páginas web, búsqueda de colaboradores, definiciones editoriales, comerciales, búsqueda de lana, pasa el sombrero por aquí y por allá, ráscale deste lado o deste otro, ven a platicar con este o aquel que son unos editorazos, métete a tal portal pa que veas lo que no debes hacer...en fin, ha sido tanto lo que mi cabeza necesita procesar que olvidé el aniversario luctuoso del buen Roberto.

Así es, el catorce de julio de hace seis años Bolaño falleció en un hospital de Girona, Cataluña. Ya todos sabemos la historia del hígado que nunca llegó y la obra cuasi terminada que dejó para su publicación. Curiosamente, no echo de menos a Roberto Bolaño el poeta-novelista (a ese lo tengo en mi librero), sino a Roberto Bolaño el personaje, el que se echaba un buche de mezcal Los suicidas para despotricar después sobre cualquier cosa que fuese despotricable, Así de barbas.