sábado, 22 de noviembre de 2008

Slim vs Colombofílicos trasnochados

¿a quién teme la paloma?

A mí, yo también soy el espanto.

Hace un par de horas mi teléfono celular cayó de la cama y ahora no prende. Así de barbas: cuarenta y cinco centímetros de caída libre, ploc (disculpe usté refinado lector, la común onomatopeya) y mis posibilidades de interactuar con el mundo se redujeron a las prácticas austeras que no contemplan las microondas.

El mundo sin teléfono celular es un espacio que ahora desconozco y que se vislumbra incierto y seductor. Estos días (que no serán muchos) será necesario ensayar otros canales de comunicación para no perderme las reuniones ni las pedas, ni las reuniones ni las pedas, ni las reuniones y, mucho menos, las pedas (mi agenda es compleja y variada).

Tengo en mente a mi tío Manuel, quien dedicó sus talentos juveniles a la cría de bulterris de pelea y palomas mensajeras. El caso de los perros merece una mención aparte porque los ladridos poco tienen que ver con este post. Pero reflexinar acerca de la cría de avechuchos comunicadores, es por demás tentadora en mi situación.

Manuel era colombofílico y me gustaba pasar algunas tardes con él. Le ayudaba a darles de comer y a limpiar las jaulas; a cambio, obtenía la promesa de ser socio de la futura empresa de palomas mensajeras que "rehumanizaría la comunicación" (yo diría que la "palomizaría", en fin) .

Por supuesto, la idea fracasó a gran escala: las palomas son tragonas, marranas, ruidosas, desconfiadas y bien parranderas, una que otra llega a su destino, eso es posible y cuando sucede es tan chido como perder la virginidad; pero la mayoría de las veces no vacilan en quedarse en alguna iglesia a echar la chorcha o a ejercer el compadrazgo, como tampoco es raro que lleguen a su lugar de destino pero un mes después, sin "el mensajito" y bien preñadotas. En fin, pinches palomas, saben vivir y eso no se le puede criticar a naiden.

El asunto no estaría mal y habría que reconsiderarlo. Total, qué puede pasar si una paloma no llega a tiempo, o si pierde el mensajito por detenerse en una noche de copas una noche loca, o si lo entrega a un destinastario incorrecto...quizá habría que bajarle de huevos a nuestra necesidad de quererlo todo y quererlo ya, en este instante, tan exacto y tan perfecto, tan automático y tan increíblemente aburrido, en esa torre de marfil que nos da la tecnología y que es capaz de derrumbarse tras oprimir un botón, tras cuarenta y cinco centímetros de caída libre.

UNÁMONOS A FAVOR DE LAS PALOMAS MENSAJERAS¡¡

lunes, 17 de noviembre de 2008

Una Raya Más al Tigre

Es el símbolo chino del fuego.
Es el deseo primero
origen volcán polvo
c
o
l
u
m
p
i
o
entre un tiempo y el otro,
la tinta que no había
es ahora una llama que arde
el cuerpo, el antebrazo izquierdo
y cómo duele¡¡¡ No chinguen, eso de ponerle varias tintas ta bien chido pero jode la marrana de una forma, de plano hubo momentos en los que estuve a punto de tirarme un pedo (claudicar nunca, pero un pedo sí), me cae que mi puto umbral del dolor vale pa pura madre, nunca podré parir (eso seguro), ni sacarme las del juico, ni quitarme las uñas enterradas, ni evitar las lagrimitas de candy candy cuando me duele la cabeza. Pero en fin, acastá el tercer tatu, ah, y por cierto, es pinche mentira eso de que uno no puede tragar carne de marrano y beber sus alcoholes despúes de colorearse la carrocería (eso espero). Así de barbas.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Las putas y yo

También la pobre puta sueña.
La más infame y sucia
y rota y necia y torpe,
hinchada, renga y sorda puta,sueña.
Eduardo Lizalde

Me gustan las putas. Y no pretendo, ni lo mande dios, querer canonizarlas como diría el abue Sabines, porque eso de convertirlas en santitos me parece que es demasiado idealizar, volver intangibles a las muchuchas, y eso es casi casi una contradicción, un sinsentido paliducho e indeseable.

Me gustan las putas porque he estado con ellas y la apertura de sus piernas siempre guarda un secreto que me hace sentir un verdadero polluelo en la vida. Con ellas nunca salgo bien librado; he terminado sin cartera y sin calzones, o malcogido y vituperado, o desfalcado más que agradecido, o decepcionado y más ganoso.

Pero me gustan. Su descaro, su maña, el colmillo que arrastran a las par de los tacones, el maquillaje excesivo, el dulzón aroma de sus perfumes que me recuerda al tepache; las sexysonrisas que a menudo evidencian huecos entre los dientes, su eterna prisa para que te vengas, los gemidos actuados y no por ello menos excitantes; me gusta que te cobren antes de bajarte el pantalón, los condones del Seguro que te ponen las putas baratas y los condones Benetton que usan las putas nais.

Nunca he pretendido gastar mi dinero para contar mis problemas a una puta. Por supuesto, he compartido charlas y tragos con algunas, pero a menudo les miento cuando platico, al igual que ellas lo hacen, y todo está bien porque negociar únicamente el cuerpo signifca despojarlo del otro andamiaje, del yelmo de la vida que nos tocó vivir y con el que nos toca dormir y despertar.

Una vez una puta Húngara me dijo que podía hacerle lo que quisiera, menos tocarle las tetas. Por qué, pregunté. Porque no te lo puedo dar todo, respondió. Así de barbas.